Estilos de aprendizaje o habilidades blandas: ¿qué nos prepara mejor para la vida?

Claudia Islas Torres, Profesora-Investigadora, coordinadora de la Maestría en Procesos Innovadores en el Aprendizaje del CUAltos, Universidad de Guadalajara
6 min lexim
Politikë
Estilos de aprendizaje o habilidades blandas: ¿qué nos prepara mejor para la vida?
Article image
gonzagon/Shutterstock

¿Le han dicho alguna vez que es una persona más visual que auditiva? ¿O más kinestésica que lingüística? Las teorías que defienden que cada persona tiene un estilo de aprendizaje particular surgieron a finales del siglo pasado. Tras muchos debates entre investigadores educativos, se considera que no existe suficiente evidencia empírica que respalde su efectividad en cuanto a su aplicación en la enseñanza.

Los investigadores también hemos podido comprobar que los estilos de aprendizaje no son estáticos y dependen del contexto, el contenido, las condiciones de la situación, las emociones y multitud de factores que inciden en el acto de aprender.

La moda de las habilidades ‘blandas’

Más recientemente, ha surgido la teoría de que lo que más contribuye al aprendizaje, y en especial cuando pensamos en el profesional o universitario encaminado al mercado laboral, no es tanto el estilo de cada estudiante como sus habilidades “blandas”. Se trata de habilidades como la empatía, la autorregulación emocional, el pensamiento crítico, la resolución de conflictos, la creatividad y el trabajo en equipo.

No son preferencias, ni formas de recibir información, sino capacidades fundamentales que permiten a los individuos interactuar eficazmente en entornos laborales y sociales. A diferencia de los estilos, las habilidades son moldeables, desarrollables y aplicables ante cualquier situación. Y según los reportes de los organismos internacionales, son altamente valoradas por los empleadores.

La adaptación y la resolución de problemas

Vivimos en un mundo en el que la automatización tecnológica y la inteligencia artificial transforman la sociedad, en general, y al mundo laboral, en particular, a pasos agigantados, por lo que formar a profesionales competentes disciplinar y técnicamente ya no es suficiente. Ahora se requiere de personas con capacidad de adaptación al cambio, de colaboración con otros, capaces de comunicarse eficientemente, que puedan liderar con empatía y sepan resolver problemas complejos en contextos inciertos.

Esto exige un rediseño profundo en los modelos educativos universitarios, para que conduzcan al estudiantado a configurar su identidad profesional además de su conocimiento disciplinar. En este sentido, la potenciación de las mencionadas habilidades blandas se hace imprescindible.

¿Qué sucede si encasillamos el aprendizaje?

Uno de los principales problemas que plantea la idea de atender a los estilos de aprendizaje cuando enseñamos es que suponen que cada estudiante debe ser enseñado según su forma predominante de percepción, sin considerar la flexibilidad y plasticidad de su cerebro.

Pero las preferencias de aprendizaje no se mantienen constantes, sino que varían según los contenidos, las tareas, el entorno, la motivación e incluso las emociones. Caemos además en el riesgo de etiquetar a los estudiantes, limitando sus diversas posibilidades de desarrollo y formas de pensar y aprender.


Leer más: Estudiar para un examen no implica aprender: estrategias de los universitarios de hoy


Imaginemos, por ejemplo, una alumna de ingeniería que prefiere ver diagramas cuando estudia física, pero cuando se enfrenta a problemas de programación opta por escribir código para entender mejor. O una persona que suele recordar mejor lo que hace con las manos, pero ante una discusión sobre ética profesional lo que necesita es escuchar a los demás y reflexionar sobre lo expuesto. Si los docentes solo ofrecen actividades prácticas basadas en los estilos particulares, los estudiantes perderían la oportunidad de desarrollarse cognitiva, emocional y socialmente.

Aprender mejor de múltiples maneras

El aprendizaje mejora a través de la exposición a múltiples formas de representar el conocimiento, a través del estímulo de distintos canales cognitivos y el fortalecimiento del pensamiento abstracto y la transferencia de conocimientos.

En este sentido, por ejemplo, un entorno de aprendizaje que combina sonido a través de explicaciones auditivas, diagramas u organizadores gráficos y actividades de experimentación física, mejora la retención y entendimiento conceptual. Para que un estudiante comprenda el funcionamiento del sistema nervioso central, puede desarrollar un mapa conceptual en el que conecte definiciones con imágenes de estructuras y relaciones funcionales, así como enlaces a vídeos explicativos.

Cómo sí usar los estilos de aprendizaje

Lo anterior no implica que deban desecharse los estilos de aprendizaje por completo, sino ubicarlos adecuadamente en el diseño pedagógico reconociendo la realidad de los estudiantes. Si se parte de la idea de que los alumnos manifiestan diferentes preferencias, puede ser útil tenerlas en cuenta o potenciarlas, siempre y cuando la enseñanza se dirija a su desarrollo integral a través de estrategias didácticas variadas.

Y es aquí donde las habilidades blandas toman sentido, pues las aulas se pueden convertir en centros de experimentación activa en las que los estudiantes tengan la posibilidad de transformar la información que reciben, criticarla, cuestionarla, aplicarla y desarrollar sus capacidades para trabajar colaborativamente, negociando, creando y resolviendo.


Leer más: Aprender mirando a nuestro alrededor: universitarios en busca de soluciones


Por ejemplo, a un grupo de alumnos de ingeniería en computación se les puede solicitar el desarrollo de una aplicación en la que se gestionen las citas y expedientes de los pacientes de una clínica hospitalaria. En función de esta solicitud, los estudiantes deben organizarse para recabar los requerimientos necesarios, traducirlos a diagramas de procesos y diseñar la base de datos y las interfaces necesarias para administrar la información, así como presentar la versión beta de la aplicación.

Esta actividad les permite poner en práctica sus habilidades de comunicación, negociación y organización; así como la aplicación de sus conocimientos de programación, interfaces, ingeniería de software o scrum, entre otros.

Crear un ambiente de aprendizaje

Si las aulas se transforman de esta manera se puede promover la autoconciencia, la resiliencia, la toma de decisiones y la comunicación interpersonal, que son habilidades importantes para la vida y el trabajo.

El aprendizaje basado en retos o problemas es una de las metodologías que más puede contribuir a ello. Se trata de metodologías activas en las que los estudiantes se enfrentan a problemas reales y complejos que generalmente se vinculan a su entorno social o tecnológico. La intención es que ellos busquen soluciones innovadoras en las que involucren su creatividad, pensamiento crítico y la toma de decisiones.

La idea fundamental, tanto en la escuela como en la universidad, es que aprendan una visión más allá de las aulas: que sepan ser, convivir, sentir, colaborar y todo aquello que les permita configurarse como seres integrales y útiles a la sociedad.

The Conversation

Informacion mbi burimin dhe përkthimin

Ky artikull është përkthyer automatikisht në shqip duke përdorur teknologjinë e avancuar të inteligjencës artificiale.

Burimi origjinal: theconversation.com

Ndajeni këtë artikull