La selección: pensar en Gaza

Claudia Lorenzo Rubiera, Editora de Cultura, The Conversation España
3 min lexim
Politikë
La selección: pensar en Gaza
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Khan Yunis, Gaza, 10 de junio de 2025. Anas-Mohammed/Shutterstock

En el artículo que publicamos hace unos días sobre la cultura rave, a propósito del estreno de Sirat, su autora, Cristina Pérez-Ordóñez, hablaba de cómo estas fiestas de baile con música electrónica habían, en determinados casos, derivado hacia reivindicaciones políticas. Y uno de los ejemplos que mencionaba eran las reuniones ilegales de raveros en el desierto de Israel para protestar por la ocupación de Palestina, sobre todo a principios del siglo XXI.

Leer eso con el conocimiento que tenemos de lo que está pasando en este junio de 2025 me produjo sentimientos encontrados. Por un lado, las fiestas sonaban, más que frívolas, utópicas, algo naíf. Por otro, era preciosa la fe que tenían algunos seres humanos en que, a golpe de música y baile, se podía defender la existencia de realidades más justas. Porque queremos otro mundo, uno mejor, para, entre otras cosas, poder bailar en él.

La matanza que se está produciendo en Gaza tras el estremecedor ataque de Hamás a Israel es un suceso terrible. Llevamos meses repasando la historia de lo sucedido, haciendo análisis no solo del estado actual de las cosas sino revisando lo más importante, como decía mi profesora del colegio, sus causas y sus consecuencias. Hemos hablado de los orígenes del conflicto palestino-israelí, de la traición británica, de cómo Israel ha ido colonizando territorios a lo largo del tiempo.

Pero también merece la pena recordar que en ese espacio que ahora es símbolo de horror, un horror que ha ido mutando de máscara y con el que hemos nacido generaciones completas, hubo un tiempo, no tan lejano, en el que la vida era normal, multicultural, tolerante, poliédrica. Lo cuenta Jorge Ramos Tolosa en un estupendo repaso a la Palestina del siglo XIX.

En una realidad que ya ha asesinado a más de 55 000 personas parece complicado venir a defender que desde fuera no solo nos alimentemos de Historia, sino también de historias, de cultura. Pero como demostró No Other Land, el documental palestino-israelí ganador del Óscar el pasado invierno, ponerle rostro y relato a la gente nos acerca de forma inevitable a sus circunstancias, genera empatía. Nos hace sentir además de saber. Hay muchas formas de llegar a ello: desde la literatura al cine pasando incluso por los cómics.

Conectar con un pueblo o una cultura que nos es ajena nos lleva también a entender el peligro que entraña exterminar su herencia. Matar a sus habitantes es terrible, pero aniquilar los vestigios de su pasado no es menos cruel. Se elimina así el futuro, pero también el pasado, de un grupo de gente.

No sé qué podemos hacer desde aquí para detener las atrocidades que se están cometiendo en Gaza. Pero cada día, en momentos como este, en los que estoy en mi casa escribiendo un boletín, no puedo evitar intentar tener siempre presente lo que sucede; no olvidarlo, y hacer todo lo posible porque no se olvide.

The Conversation

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Burimi origjinal: theconversation.com

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