Los riesgos de la aviación: por qué trabajar en el aire puede perjudicar seriamente la salud

Daniel Alba Olano, Titulado Superior, Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas CNIO
5 min lexim
Politikë
Los riesgos de la aviación: por qué trabajar en el aire puede perjudicar seriamente la salud
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Svitlana Hulko/Shutterstock

La aviación es un medio de transporte indispensable en el mundo global que vivimos, pero también presenta una serie de riesgos laborales únicos que han captado la atención de la comunidad científica y que tienen en vilo a los trabajadores de este sector: tripulantes de cabina de pasajeros (TCP) y pilotos.

Concretamente, distintos estudios sugieren una mayor incidencia de cáncer, trastornos del sueño y otras patologías crónicas relacionadas con los factores a los que están expuestos los integrantes de las tripulaciones áereas.

Riesgos únicos

El trabajo de los pilotos y TCP implica un conjunto de condiciones laborales que difieren significativamente de las de otros empleos, y que pueden conllevar importantes trastornos para la salud. Entre los factores más relevantes se encuentran:

  1. Exposición a radiación cósmica ionizante y ultravioleta (UV): esta radiación aumenta considerablemente a grandes altitudes, por lo que la tripulación aérea recibe dosis anuales superiores a las de trabajadores en ocupaciones terrestres similares. La radiación ionizante puede producir daños en el ADN, y por consiguiente, mutaciones que pueden desencadenar diversas enfermedades, como algunos tipos de cáncer.

    Cabe destacar que los TCP presentan mucho mayor riesgo cuando realizan viajes intercontinentales que vuelos domésticos, porque la altura sostenida en el tiempo de las aeronaves aumenta la suceptibilidad al efecto de la radiación cósmica, entre otros factores.

  2. Alteración del ritmo circadiano: los horarios irregulares, el trabajo nocturno, la exposición a la luz artificial y los constantes cambios de zona horaria afectan los ritmos biológicos. Esta desregulación está vinculada con problemas metabólicos y cardiovasculares. Aunque también se ha visto asociada a algunos tipos de cáncer, la evidencia no es tan clara.

  3. Presión atmosférica: la exposición constante a entornos de baja presión atmosférica también juega un papel importante en el deterioro de la salud cardiovascular. Los cambios frecuentes de presión podrían estar asociados con una mayor incidencia de hipertensión y alteraciones en la función circulatoria, estimándose un riesgo de hasta 3,5 veces mayor de sufrir una enfermedad cardíaca en este colectivo.

  4. Contaminantes del aire: las fugas de aceite y otros compuestos químicos pueden contaminar el aire en la cabina, aumentando el riesgo de enfermedades respiratorias y neurológicas. Además, la presencia prolongada en entornos de baja humedad también puede contribuir a problemas dermatológicos. Sin embargo, se debe investigar más para evaluar el impacto de esas exposiciones en la salud a largo plazo.

Cáncer: el impacto más estudiado

Diversos estudios epidemiológicos han demostrado una mayor incidencia de ciertos tipos de cáncer en la tripulación aérea. Entre los tipos más relevantes está el melanoma, cuyo riesgo podría hasta duplicar el de la población general según algunos estudios. Aunque la exposición a radiación cósmica ionizante se presenta como un factor clave, también es crucial considerar los largos períodos bajo el sol durante las escalas en destinos soleados, que deberían ser controlados.

En cuanto al cáncer de mama, parece de nuevo que su incidencia es mayor debido a estos factores ocupacionales. Además, algunos estudios sugieren que el cáncer de tiroides (principalmente porque esta glándula se ve afectada por la radiación) y los linfomas también son más comunes entre los profesionales de la aviación, aunque los resultados no son del todo consistentes.

Otras patologías

Además del cáncer, la tripulación aérea afronta un riesgo elevado de trastornos del sueño y fatiga crónica. Los ritmos circadianos alterados por los constantes cambios de huso horario afectan no solo al descanso, sino también a la salud mental, con prevalencias de algunos síntomas de hasta 5,5 veces superiores en este grupo.

Los problemas musculoesqueléticos también son comunes debido a las largas horas de pie y el manejo de equipajes pesados.

Por otro lado, la exposición constante a entornos de baja presión atmosférica y las variaciones constantes en la misma, así como la falta de actividad física durante los vuelos prolongados, son factores que juegan un papel importante en el deterioro de la salud cardiovascular de estos profesionales.

Finalmente, las tripulantes de cabina de pasajeros suelen tener un menor número de embarazos y una edad más avanzada al primer parto, lo cual incrementa el riesgo de que estos no lleguen a término.

¿Qué se puede hacer?

Aunque el trabajo de la tripulación aérea conlleva riesgos inherentes, existen medidas que pueden reducir su impacto, y que deberían ser de obligada aplicación:

  1. Monitorización de la exposición a radiación: implementar sistemas de seguimiento para calcular dosis acumuladas y establecer límites seguros. En la actualidad, existe una directiva europea que limita la exposición a radiación ionizante en el ámbito laboral, aunque fue aprobada hace más de una década.

  2. Optimización de horarios: diseñar turnos que minimicen la alteración de los ritmos circadianos.

  3. Aplicación de cronoterapia: este enfoque, que busca adaptar los tratamientos al ritmo circadiano del cuerpo, podría ofrecer beneficios significativos para la tripulación aérea.

  4. Mejorar la calidad del aire en cabina: introducir tecnologías que filtren eficazmente contaminantes y reduzcan la exposición a químicos.

  5. Programas de salud ocupacional: incluir chequeos regulares, evaluaciones psicológicas y apoyo para el manejo del estrés.

  6. Fomento de estudios de cohorte: es crucial desarrollar grupos específicos de trabajadores de la tripulación aérea, abiertos a toda la comunidad científica, permitiendo así recopilar datos longitudinales (a lo largo del tiempo) sobre su salud. Esto ayudaría a identificar patrones de riesgo y desarrollar estrategias preventivas.

En definitiva, los cielos no son solo un lugar de trabajo; son también un laboratorio natural que revela los efectos de la exposición a radiación, el cambio de ritmos biológicos y otros riesgos laborales. Entender y mitigar estos riesgos es esencial para proteger la salud de quienes hacen posible nuestra conexión con el mundo.


Artículo escrito con el asesoramiento de la Sociedad Española de Epidemiología.


The Conversation

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Burimi origjinal: theconversation.com

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